1. Relación entre sedentarismo, edad, metabolismo y obesidad
La falta de actividad física contribuye directamente a la obesidad, especialmente a partir de la tercera década de vida, cuando el gasto metabólico basal disminuye y el estilo de vida suele volverse más sedentario, sumado al fácil acceso a alimentos ultraprocesados.
Para medir la obesidad se utiliza el Índice de Masa Corporal (IMC), que se calcula como el peso en kilogramos dividido por la estatura en metros al cuadrado. Aunque es una herramienta común, no distingue entre masa grasa, muscular o retención de líquidos (edema), lo que limita su precisión como indicador de salud Wikipedia+1.
En EE.UU., hasta 1998 el límite para sobrepeso se establecía en un IMC de 27,8 en hombres y 27,3 en mujeres, aunque desde entonces este umbral fue ajustado a 25 Wikipedia.
La actividad física no solo contribuye al control del peso, sino que mejora la composición corporal —incrementando la masa magra y reduciendo la grasa—, y eleva el metabolismo basal.
2. Condición física vs. peso: ¿qué importa más?
Estudios recientes han demostrado que la capacidad aeróbica (o fitness cardiovascular) es un predictor más relevante de supervivencia que el IMC por sí solo.
Por ejemplo, en una revisión que incluyó cerca de 400 000 personas, se encontró que quienes tenían buena capacidad aeróbica (medida por VO₂máx en el top 20 %) tenían un riesgo de mortalidad similar a los de peso normal y mayor que quienes estaban en sobrepeso u obesidad pero estaban en buena forma física. En contraste, los individuos con bajo nivel de aptitud tenían de dos a tres veces más probabilidades de muerte prematura, independientemente de su IMC Health.
Datos del Aerobics Center Longitudinal Study también muestran que cada metro equivalente (MET) adicional en capacidad aeróbica se asocia con una reducción de entre 10 % y 25 % en el riesgo de mortalidad, y que quienes mejoran su condición física reducen su riesgo significativamente (hasta 44 %) Europe PMCNew England Journal of Medicine.
Estos hallazgos se respaldan en múltiples estudios: por ejemplo, uno con más de 29 000 participantes encontró que la capacidad física era un mejor predictor de mortalidad que el IMC amjmed.com.
3. ¿Es la grasa corporal el problema principal?
Es común atribuir la obesidad como factor principal en enfermedades como diabetes, hipertensión y dislipemias. Sin embargo, la evidencia sugiere que:
- Las correlaciones entre grasa corporal, presión arterial y lípidos no siempre son fuertes.
- Las patologías metabólicas pueden mejorar incluso sin pérdida de peso.
Estudios del Centro Pritikin en Santa Mónica (EE.UU.) mostraron que un programa con dieta baja en grasas, rica en fibras y carbohidratos complejos —combinado con ejercicio aeróbico diario— logró reducciones importantes en colesterol total, LDL, triglicéridos, presión arterial, y glucosa en sangre, con solo alrededor de un 5 % de pérdida de peso Pritikin Longevity CenterWikipedia.
A pesar de estos resultados, se debe considerar que el modelo Pritikin ha sido clasificado posteriormente como restrictivo, difícil de mantener y carente de evidencia concluyente sobre efectos clínicos a largo plazo Wikipedia+1.
4. Factores que contribuyen a la obesidad
Según el portal SEEDO (Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad), los principales factores son:
- Genéticos: predisposición hereditaria. Sin embargo, suelen requerir un entorno obesogénico para manifestarse.
- Ambientales: influencias culturales, históricas y hábitos alimenticios que se transmiten generacionalmente.
- Sedentarismo: la reducción de actividad cotidiana (como caminar, subir escaleras) tiene un gran impacto energético.
- Enfermedades específicas: algunos síndromes raros (como Prader-Willi, Cushing, hipotiroidismo) pueden cursar con obesidad.
- Medicamentos: ciertos fármacos, como glucocorticoides, antidepresivos tricíclicos y estrógenos, están asociados a aumento de peso.
Esta visión integral resalta la complejidad del fenómeno obesidad y aleja el discurso de culpabilización simplista.
Conclusión
Si bien la obesidad —medida frecuentemente a través del IMC— está asociada con riesgos de salud, evidencias sólidas indican que la condición física y la capacidad aeróbica son determinantes más poderosos para la longevidad y la reducción de mortalidad. Reducir la actividad física o centrarse solo en la pérdida de peso puede ser contraproducente. En cambio, promover hábitos que mejoren la aptitud física, junto con alimentación saludable, ofrece beneficios claros, incluso sin grandes cambios en la báscula.
Referencias.
- Barry, V. W., Baruth, M., Beets, M. W., Durstine, J. L., Liu, J., & Blair, S. N. (2014). Fitness vs. fatness on all-cause mortality: a meta-analysis. Prog Cardiovasc Dis, 56, 382–390. PMCRevista AHA
- Blair, S. N., Kohl, H. W. III, Paffenbarger, R. S. Jr, Clark, D. G., Cooper, K. H., & Gibbons, L. W. (1989). Physical fitness and all-cause mortality: a prospective study of healthy men and women. JAMA, 262, 2395–2401. Revista AHAe-sc.org
- Craig, R., Kampert, J. B., et al. (1999). Relationship between low cardiorespiratory fitness and mortality in normal-weight, overweight, and obese men. JAMA, 282, 1547–1553. PubMede-sc.org
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- Pritikin Program outcomes: reductions in cholesterol and triglycerides in 4,587 attendees. New England Journal of Medicine, 323, 1142 (1990); Archives of Internal Medicine, 151, 1389 (1991). Pritikin Longevity Center
- SN SEEDO. Factores causales en obesidad: genéticos, ambientales, sedentarismo, enfermedades y medicamentos. SEEDO. Pritikin Longevity Center
- Definiciones y cálculo del IMC, categorías internacionales. Wikipedia – Body Mass Index. Dic. 2025.